¿Dónde están las rectoras universitarias en América Latina? Datos de UNESCO IESALC develan que solo el 18% de las universidades de la región tiene a mujeres como rectoras
•Según cifras de UNESCO IESALC solo un 18% de universidades públicas en la región tiene a mujeres como rectoras.
•El resultado se obtuvo a partir de una muestra de nueve países de América Latina: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú y Venezuela.
•A pesar de que el porcentaje de chicas que se matricula en las universidades es superior al de los chicos, el profesorado, los cargos de responsabilidad y los rectorados siguen estando mayoritariamente en manos de hombres.
•Es urgente una actuación pública que favorezca la paridad de género también en la dirección de las universidades, en el marco más amplio de políticas de igualdad de oportunidades en el acceso de la mujer a cargos directivos en las empresas públicas y privadas hasta alcanzar la paridad.
El Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (UNESCO-IESALC) acaba de desvelar cifras relativas a la presencia de las mujeres en la educación superior en la región, específicamente en las aulas, en cargos docentes y administrativos y como líderes en universidades públicas. Esta indagación se enmarca en la celebración este 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer y de la promoción del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
Una lectura de las cifras que arroja esta exploración indica que, a pesar de que en la región la matrícula universitaria muestra una presencia mayor de chicas, que representan un 55%, el liderazgo en las universidades públicas sigue estando en manos de los hombres. Por otra parte, aunque las mujeres ocupan un 46% de cargos docentes, los escalafones de más alta jerarquía están ocupados en mayor número por hombres.
Llama la atención la ausencia de estadísticas en torno a la participación paritaria de las mujeres en los espacios directivos universitarios, como son la vicerrectoría, secretaría y decanato. “Es allí donde empieza a evidenciarse el ‘techo de cristal’ que impide que las mujeres accedan a los cargos de alta responsabilidad y, en definitiva, de poder en las universidades. Por ello, es necesario que los países desvelen las cifras estadísticas para, una vez identificados los problemas, avancen hacia la implementación de planes que reduzcan la brecha de género”, dijo Débora Ramos, especialista en educación superior de UNESCO-IESALC.
Con respecto a los cargos de rectores, solo el 18% de las universidades de la muestra tiene a una mujer como rectora. Esta cifra, a pesar de ser baja, es superior a la media europea, que es de un 12%. De hecho, en 22 de los 46 países que conforman la Asociación Europea de Universidades no hay ninguna institución cuya rectora sea una mujer (EUA, 2019). Solo en Suecia, Noruega y Finlandia el porcentaje de mujeres rectoras equivale a, aproximadamente, un tercio del total.
¿Se puede romper el techo de cristal en las universidades?
Algunos países han logrado romper el techo de cristal y con excelentes resultados. Treinta y cuatro de las 200 mejores universidades mundiales según el ranking de Times Higher Education (2019) están dirigidas por mujeres, la mayor parte de ellas en Estados Unidos e Inglaterra, pero también en Alemania, Australia, Canadá, Francia y España. Francesc Pedró, director de UNESCO IESALC, destaca que “es muy preocupante que los países no recopilen ni publiquen datos sobre esta cuestión de forma regular porque, al obviar las cifras, contribuyen a invisibilizar el problema de la paridad de género en una institución que es una referencia social.”
Por otra parte, también apunta a que la falta de paridad no se resolverá por si sola, o no lo hará en décadas, sino que “requiere políticas públicas activas que promuevan el acceso de la mujer a puestos directivos, para empezar, en las empresas públicas y privadas y también, obviamente, en las instituciones públicas entre las cuales las universidades tienen indudablemente una gran importancia: las generaciones de jóvenes que se educan y forman profesional y científicamente en instituciones de educación superior donde la paridad de género es promovida y celebrada siempre la defenderán como una conquista social y una demostración de compromiso con los derechos humanos”. Y añade: “Necesitamos que las instituciones educativas, y en particular las universidades, sean en este, como en tantos otros ámbitos del progreso social, un ejemplo a seguir”.
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