IESALC presenta las tendencias internacionales sobre gratuidad universitaria en foro del CIN
El 9 de septiembre de 2019 expertos en educación superior (ES) acudieron a la sede de la Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires, Argentina, para participar en el Foro internacional “A setenta años de la gratuidad de la educación superior universitaria. Homenaje y enseñanzas”, convocado por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) de ese país.
El sociólogo Aritz Recalde abrió el foro de la mañana, centrando su presentación en el devenir histórico de la gratuidad en Argentina, partiendo de la reforma de 1918 y su tránsito a la modificación en 1949 de la Constitución, que trajo consigo el establecimiento de la gratuidad por decreto y la universalización del sistema educativo. “En 1952 la educación pasó a ser gratuita desde la primaria hasta la universidad, incluyendo a la educación terciaria, lo que impactó social y culturalmente al país. Hoy la Argentina tiene un sistema gratuito con estructura de becas y apoyo a los estudiantes. Lo que no tiene es una economía de pleno empleo con un plan de desarrollo del país para que todos participen. De cierta manera sigue siendo elitista”, acotó.
Ernesto Villanueva, rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), recordó en su intervención que la universidad argentina es la más internacionalizada de la región, sin embargo invitó a reflexionar sobre la relación existente entre número de estudiantes y número de graduados. “Estamos orgullosos de tener la gratuidad universitaria, pero per se no es suficiente. Tenemos deudas pendientes en materia de becas y de educación virtual, así como en la tasa de graduados. Tenemos que trabajar en modificar el perfil de nuestras carreras, su duración, e incentivar el estudio de las carreras relacionadas con ciencias”, dijo.
El panorama universitario en América Latina y el Caribe abrió el segundo foro de la mañana, cuya primera intervención estuvo a cargo de la profesora Delfina Veirabé, vice presidenta del CIN, quien expuso que la expansión de la matricula no ha sido suficiente para reducir las desigualdades sociales, ya que existen factores que limitan el rendimiento de los jóvenes. “Proponemos la multiculturalidad como un objetivo de nuestras universidades. En Argentina todavía tenemos mucho que caminar en el reconocimiento de las comunidades indígenas”, dijo. Rescató además el legado de las conferencias regionales de educación superior CRES 2008 y CRES 2018 como promotoras de la educación como bien público humano, así como los acuerdos regionales para las convalidaciones de estudios y títulos como factores de integración regional.
Francisco Tamarit, coordinador general de la III Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2018), intervino a favor de la necesidad de consolidar el espacio caribeño y latinoamericano de cooperación, lo que requiere de cambios en las universidades y de una visión más estratégica de la cooperación solidaria en la transferencia de saberes y recursos. “El compromiso debe orientarse a superar las desigualdades. Las políticas deben orientarse estratégicamente a los procesos de desarrollo sostenible (…) La región ha sido incapaz de generar un espacio común universitario que le permita a nuestras universidades hacer del conocimiento un instrumento capaz de promover el desarrollo y el buen vivir de sus sociedades. No está en la agenda de ningún gobierno”, señaló.
Juan Carlos del Bello, rector de la Universidad Nacional de Río Negro, expuso casos concretos de gratuidad en AL, entre ellos con Chile y Uruguay, como ejemplos. “La gratuidad implica una condición necesaria pero es insuficiente sin buenos sistemas de becas. Solo un potente sistema de becas puede mejorar la tasa de acceso, permanencia y egreso”, concluyó.
Las tendencias internacionales sobre gratuidad universitaria
El Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) celebra que la gratuidad se haya mantenido durante 70 años en Argentina, convirtiéndola así en un país faro. “Sin embargo la gratuidad no lo es todo. La gratuidad está en tela de juicio en parte del mundo”, señaló el director del IESALC, Francesc Pedró, a propósito del debate global en torno a la gratuidad universitaria. “Hay quienes están a favor de la gratuidad, fundamentados en argumentos de índole política (la educación es un bien público, no excluyente y favorece la igualdad de oportunidades); y en contra, porque genera ineficiencias y favorece a los estratos sociales más aventajados, restando recursos que irían a parar a cubrir otras necesidades los estratos menos favorecidos.
Un mapa de la gratuidad de la región europea demuestra que ni siquiera en los países más desarrollados la educación superior es gratuita. “Son pocos los países de Europa donde los estudiantes no pagan nada en aranceles: Apenas está instaurada en un 40% de los países del mundo, incluso en las instituciones públicas, existe una tasa de matriculación o arancel que cubre, en la mayoría de casos, entre un 10 y un 80% del coste de una plaza”. En este sentido, según el estudio del IESALC, la abolición de la gratuidad ha sido más frecuente en los últimos años que su promulgación, pero los debates que genera siguen estando en la agenda política de muchos países. “Filipinas y Nueva Zelanda han proclamado la gratuidad en los últimos 10 años, mientras que Canadá y Chile han desarrollado políticas de gratuidad selectiva”, señaló Pedró.
Además de que los costos de la provisión de la ES han crecido en todo el mundo, la gratuidad de la ES tiene que competir con prioridades cuyos beneficios son más evidentes para la ciudadanía, como la educación preescolar, la sanidad pública o los sistemas de pensiones en un contexto de progresivo envejecimiento de la población. Otra tendencia es el vínculo entre gratuidad e ingresos familiares, cuyo funcionamiento se basa en sistemas fiscales sólidos.
En resumen, el IESALC destaca en su presentación sobre el tema: el cumplimiento del derecho universal a la educación superior es un objetivo político deseable y plausible; la gratuidad es una opción política con costos financieros elevados pero con efectos prácticamente inmediatos; la gratuidad, por si sola, no basta; las políticas que introducen o recuperan tasas de matriculación o aranceles pueden mejorar la financiación de las instituciones, y del sistema en su conjunto, pero lo hacen a costa de crear barreras de acceso; para ser eficaz, debe acompañarse de políticas públicas que aborden las desigualdades de partida mucho antes de llegar a las puertas de la educación superior; los compromisos por el derecho universal a la educación han de traducirse en una mayor inversión pública para no dejar a nadie atrás.
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