Todos unidos ahora
por Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación | Los tiempos de cambios e incertidumbre que estamos viviendo en estos momentos no se deben a la revolución digital, sino a una pandemia mundial que a la mayoría de los países trata de poner freno.
En 2015, Bill Gates nos alertaba en un Ted talk visionario que el mayor riesgo de catástrofe mundial se presentaría en forma de un virus muy contagioso para el que no estábamos preparados.
Escucharlo hoy, seis años después, es escalofriante, en un momento en que las ciudades han cerrado y la población se encuentra confinada, cuando se lleva a cabo una auténtica batalla cada día para salvar vidas humanas y los sistemas sanitarios se encuentran al máximo de sus capacidades en algunos de los países más desarrollados y aún más en los más frágiles que deben hacer frente a una situación dramática.
Más allá de la tecnología – reforzar la resiliencia del tejido humano
Nadie hubiera podido prever que en 2020 más de la mitad de ellos alumnos del planeta, es decir 1.200 millones de niños y jóvenes, no podrían asistir a la escuela debido a un virus.
Es, simplemente, algo sin precedentes.
En unos 120 países que han cerrado sus centros escolares, todas las familias se encuentran afectadas. La presión que se ejerce sobre alumnos que han sido separados de sus compañeros, padres, docentes y educadores es incalculable.
Los sistemas educativos ya no están en capacidad para garantizar la inclusión, dotar a los alumnos de las competencias necesarias para el siglo XXI y garantizar un trato equitativo de los docentes, sin contar con la puesta en marcha de una enseñanza virtual.
Actualmente, los gobiernos redoblan sus esfuerzos para que la escuela siga funcionando gracias a métodos alternativos. Todos los ministros de educación buscan soluciones de aprendizaje a distancia que se adapten lo mejor posible a la situación actual, desde la radio y la televisión hasta las clases virtuales.
Pero el desafío supera con creces la cuestión de los dispositivos, las plataformas, los contenidos y la conexión a Internet. Se relaciona con la resiliencia del tejido humano, al apoyo afectivo y la ayuda que se le proporciona a los más vulnerables y frágiles.
Cuando la UNESCO invitó a los ministros de educación a participar en una reunión virtual sobre la respuesta al COVID-19, más de 70 países dieron el paso al frente – los que cerraron todos sus centros escolares, como China, Japón, la República de Corea, Italia e Irán, y aquellos que adoptaron medidas preventivas como México, Colombia y Mauricio.
Este evento de interés de carácter espontáneo demostró la urgencia de que aprendiéramos unos de otros y compartiéramos nuestras soluciones en este contexto de mucha presión.
Solo una plataforma multilateral nos permitirá alcanzar este objetivo.
Tras la publicación de una selección de soluciones de aprendizaje a distancia, gran cantidad de personas, organizaciones de la sociedad civil y empresas propusieron compartir de manera gratuita sus experiencias y plataformas. En el marco de una serie específica de seminarios Web se constituyó una comunidad internacional de prácticas, que intercambia los enfoques, los conocimientos y las dificultades a las que han debido hacer frente.
Una vez más, solo podremos lograrlo mediante una plataforma multilateral.
El espíritu de esta solidaridad internacional – que demuestra el valor de la educación – debe quedar plasmado ahora en una cooperación concreta con el objetivo de ayudar a los diferentes países en sus acciones.
El papel desempeñado por el multilateralismo: aprender de las experiencias de cada cual y lograr ampliarlas
Cuando la urgencia sanitaria mundial que vivimos en estos momentos comenzó, ya contábamos con 260 millones de niños y jóvenes no escolarizados, y ya había millones de ellos que iban a la escuela sin aprender las competencias básicas. Numerosos niños que antes de la crisis se hallaban en situación de precariedad o que estaban a punto de abandonar sus estudios no podrán probablemente volver a asistir a la escuela una vez que la crisis haya quedado atrás.
Si esta crisis no basta para convencernos de la necesidad de invertir en sistemas educativos más sólidos e inclusivos, nada podrá entonces convencernos.
Para la comunidad internacional es el momento de unirse en torno de una educación y un aprendizaje a lo largo de toda la vida inclusivos, equitativos y de calidad, o sea, del objetivo que los gobiernos en su conjunto se propusieron alcanzar hace cinco años en el marco del Programa de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030, para que nadie quede rezagado.
Es el momento de compartir nuestros datos y nuestras soluciones y de intercambiar este caudal de conocimientos, capacidades y talentos, según los principios de inclusión y equidad.
Es el momento de unirnos, no solo para garantizar la continuidad del aprendizaje, sino para invertir en el poder transformador que proporciona la educación a las personas, las comunidades y las sociedades. No olvidemos cuán eficaz resulta la educación para combatir la pobreza y las desigualdades, empoderar a las niñas y las mujeres, así como para mejorar la salud, ya que el bienestar y la prevención exigen que se disponga de conocimientos.
El intercambio de conocimientos tiene lugar en este momento y se acrecienta con rapidez. Las redes, los centros y los institutos de la UNESCO en todo el mundo se han movilizado plenamente: seminarios en la Web, seminarios, recomendaciones, intercambio de conocimientos. Hay mucho por aprender de todas estas experiencias, pero el reto que afrontamos es lograr que se generalice rápidamente, sin que aumente la brecha digital ni las diferencias que dividen a la humanidad.
Como Organización con liderazgo en el ámbito de la educación, la UNESCO presenta una coalición internacional con el objetivo de congregar a los asociados con miras a apoyar la acción de los países. A la Coalición la guía la convicción de que invertir en el aprendizaje a distancia atenuará los trastornos a corto plazo ocasionados por el COVID-19 y de aplicar enfoques con el objetivo de lograr que en el futuro los sistemas educativos sean más abiertos y flexibles.
Cada noche, a las 8 (hora de París), en donde se halla la sede de la UNESCO y donde vivo, los habitantes se asoman a las ventanas de sus casas para aplaudir y rendir homenaje al valor del personal sanitario.
Me uno a ellos en este rito, y pienso también en los millones de niños, adolescentes, docentes y padres que hacen frente cada día a la nueva realidad de la escuela en el domicilio. La determinación de ellos para transmitir una enseñanza y seguir aprendiendo merece nuestro respeto, nuestro reconocimiento y, sobre todo, nuestro apoyo.
No sabemos cuánto durará esta pandemia. En cambio, sí tenemos la certeza que a partir de hoy mismo debemos hacer frente a sus consecuencias, haciendo gala de audacia y creatividad, todos unidos.
Se trata del primero de un conjunto de artículos que la UNESCO publicará en la página dedicada a la respuesta de la educación de cara al COVID-19.
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