La pandemia COVID-19 en Perú: una oportunidad para enseñar y aprender de otra manera en la universidad
Por Ana Mendigutxia | Suena el teléfono en casa de una de las profesoras de la Universidad Nacional del Callao. -¡Profesora, acuérdese que tiene usted clase con nosotros ahora!
Con entusiasmo explica esta anécdota una de las estudiantes de la Universidad Nacional del Callao (UNAC) cuando le preguntamos por su experiencia en las clases virtuales en su universidad: “Nos ayudamos entre nosotros, les explicamos a los profes cómo se tienen que conectar y nos ayudamos entre alumnos cuando hay algún tipo de problema en la conexión”, comenta Alejandra Tineo, estudiante de la Facultad de Ciencias Contables de la UNAC.
Los problemas con la conexión o la falta de experiencia en las plataformas digitales por parte de docentes y alumnos han sido los principales obstáculos que se han encontrado en este proceso de adaptación a la educación a distancia. Por ello, las mentorías improvisadas de estudiantes a docentes y la búsqueda de soluciones creativas han sido fundamentales para superar estas dificultades. Descubriendo así, otras perspectivas y maneras de hacer en este nuevo marco de aprendizaje.
Perú ha sido uno de los países más castigados por el COVID-19, con una de las tasas de mortalidad más altas del mundo por cada 100.000 habitantes. Desde que el 14 de marzo se decretó el estado de emergencia sanitaria, la población ha estado confinada hasta el pasado 1 de octubre. Este hecho empujó al Ministerio de Educación del Perú (MINEDU) a decretar el cierre de los cursos de manera presencial y obligar a las universidades a dar su formación de manera virtual.
Este cambio de paradigma en la docencia ha obligado a las instituciones a buscar referentes y guías en el proceso de adaptación del marco metodológico de aprendizaje. Y es exactamente este punto uno de los retos más importante al que se enfrenta el Programa de apoyo al diseño e implementación de estrategias para la continuidad educativa, creado por el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC): realizar una capacitación docente en atención a sus necesidades tecnológicas, pero, sobre todo, pedagógicas, buscando la didáctica más adecuada a la situación.
“Es importante diseñar nuevos contextos de aprendizaje en la universidad, que sean auténticos y significativos. Con nuevas herramientas que permitan el desarrollo competencial de los futuros titulados”, afirma Carme Hernández-Escolano, líder pedagógica del proyecto y coordinadora académica de tres universidades dentro del programa que dirige UNESCO IESALC.
La capacitación realizada hasta el momento por las universidades ha requerido de un esfuerzo grande por parte de los distintos agentes que componen la universidad. “La Oficina de Tecnologías de la Información y de la Comunicación se ha preocupado de estar con nosotros. Ha habido capacitaciones al más alto nivel y nosotros hemos sido conscientes de lo que nos faltaba,” explica Tejada, profesor en la Escuela Profesional de Ingeniería Eléctrica de la UNAC. Esta oficina ha dado la opción a los docentes de utilizar un programa libre para fomentar el uso de las herramientas que ya sabían utilizar.
La evaluación como herramienta de cambio en el proceso de aprendizaje
Hernández-Escolano subraya la importancia de integrar la transformación tecnológica orientada al desarrollo de competencias. En ese proceso, la evaluación es una herramienta básica para la transformación metodológica. “Si cambia la evaluación, todo el proceso de enseñanza y aprendizaje cambia”.
La adaptación en la manera de evaluar está siendo uno de los puntos críticos en los que están trabajando los docentes. “Hemos propuesto que las tareas a entregar por los alumnos sean integradoras por contenido, para que el alumno tenga el tiempo para realizarlo con calidad, así como el docente a la hora de evaluar,” comenta Noemí Zutarriola, profesora de la Facultad de Salud de la UNAC.
No se debe perder de vista la gran oportunidad que ofrece a los alumnos adentrarse en el mundo tecnológico, siendo una oportunidad para repensar el proceso de enseñanza-aprendizaje en un entorno del siglo XXI, y en atención a las nuevas competencias que necesita la ciudadanía.
Por ello, el liderazgo ejercido por parte de las instituciones de educación superior ha sido fundamental a la hora de afrontar el cambio organizativo y tecnológico. Teniendo una visión muy clara acerca de la oportunidad que representa esta situación en cuanto a la transformación y mejora de la calidad de la enseñanza universitaria.
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