La educación superior debe estar en la agenda educativa internacional | University World News
Francesc Pedró | La ausencia de la educación superior en los debates de la agenda educativa internacional puede ocultar la importancia relativa que tiene el sector en la ayuda internacional para el desarrollo, y dejar de reflejar las prioridades políticas de los países en desarrollo.
En las últimas décadas ha prosperado un consenso sobre la prioridad de la educación básica universal y, cada vez más, de la educación preescolar. Dicho consenso surge del compromiso de la comunidad internacional de hacer valer el derecho a la educación y se basa en la evidencia de la tasa de retorno de la educación básica universal.
Este énfasis primario ha situado a la educación superior al margen de los debates políticos internacionales sobre el desarrollo. Sin embargo, la data muestra que la educación superior es el subsector educativo que más se beneficia de la ayuda internacional, mucho más que la educación básica y secundaria: en 2017, un tercio de toda la ayuda oficial para el desarrollo destinada a la educación le fue otorgada a la educación postsecundaria.
Esta situación puede parecer sorprendente a primera vista, dado que los debates internacionales se centran principalmente en la educación básica. Y, sin embargo, es un indicio de varios hechos que convergen.
Por un lado, en los países en desarrollo, la proporción de cada cohorte que accede anualmente a la educación superior oscila entre el 9% en el África subsahariana y el 52% en América Latina y el Caribe, según la data de UNESCO sobre la meta 4.3 del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 para 2018. Estas cifras todavía pueden parecer bajas, pero en la clasificación seminal de Martin Trow, indican la transición de la educación superior de élite a la educación superior masiva – con un 50% de matriculación bruta indicando que un país está entrando en la llamada etapa de educación superior universal.
De hecho, el acceso universal real a la educación superior puede considerarse una dimensión del derecho a la educación y a las oportunidades del aprendizaje a lo largo de toda la vida aprendizaje, según afirmación del Instituto Internacional para la Educación Superior de la UNESCO. Por otra parte, datos recientes sugieren que el rendimiento de la inversión en educación superior no sólo es relativamente alto para el individuo, sino también para la sociedad y la economía en general, y algunos investigadores afirman que los rendimientos privados y públicos son equivalentes en tamaño.
La inversión pública en educación superior crea externalidades bien documentadas que, entre otras cosas, contribuyen al desarrollo socioeconómico mediante resultados sanitarios y cívicos, por no mencionar el efecto directo sobre el mercado laboral y el entorno resultante más orientado hacia las economías del conocimiento.
El potencial de los ODS
Sin embargo, estos análisis económicos no muestran el panorama completo. Ningún otro subsector de la educación tiene más potencial que la educación superior para contribuir a cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), principalmente a través de las tres misiones combinadas que persiguen las universidades: la enseñanza, la investigación y la contribución al desarrollo social y económico.
Además, los países en desarrollo necesitan ampliar sus capacidades profesionales y científicas, tanto en el sector público como en el privado, para generar y gestionar sus vías de desarrollo socioeconómico; de nuevo, ningún otro subsector está mejor posicionado para hacerlo que la educación superior.
Aún más, durante la pandemia, a los países se les está recordando su responsabilidad pública hacia la educación superior. Tal y como se exhortó a los ministros africanos de educación superior en un reciente llamamiento realizado por el secretario general de la Asociación de Universidades Africanas, los gobiernos tienen el deber de fortalecer sus instituciones de educación superior “preparándolas para el futuro y haciéndolas capaces de sobrevivir y prosperar en un mundo de incertidumbre”.
Menor presencia en los debates internacionales
No obstante, la menor presencia que tiene la educación superior en los debates internacionales sobre el desarrollo de la educación es, ante todo, un grave obstáculo para su ulterior desarrollo.
En primer lugar, impide que la comunidad internacional tenga en cuenta a la educación superior como palanca para el desarrollo, con efectos significativos, a través de la capacitación y la investigación, sobre la salud y la educación – las dos piedras angulares del desarrollo.
En segundo lugar, reduce las oportunidades de cooperación multilateral, especialmente Sur-Sur, y la creación de redes regionales que puedan promover el aprendizaje y la colaboración entre pares.
Por último, en lugar de obtener una conversación transparente sobre la dinámica de la cooperación Norte-Sur en la educación superior, y la industria de la educación internacional que suele estar detrás de ella, impide que el multilateralismo alimente los debates y promueva conceptos disruptivos como la ciencia abierta o el conocimiento abierto.
Además, reduce las oportunidades de crear esfuerzos de cooperación para abordar los problemas más acuciantes que enfrenta la educación superior en los países en desarrollo mediante el aprendizaje entre pares y el desarrollo de capacidades conjuntas.
Calidad y equidad
De hecho, existe una necesidad urgente de mantener los esfuerzos de reforma de los países para hacer frente a sus problemas más apremiantes. Dos de ellos son las dos caras de la misma moneda: calidad y equidad.
La expansión de la oferta de enseñanza superior, en la que muchos Estados no brindan una propuesta adecuada, ha dado lugar a la proliferación de instituciones privadas de bajo costo y baja calidad. Las numerosas vías que podrían conducir a una mejor garantía de calidad y a una mejor regulación dependen de los esfuerzos de desarrollo de capacidades, centrados principalmente en la gobernanza pública de la enseñanza superior.
Las cifras brutas relativamente elevadas de matriculación en la educación superior enmascaran profundas desigualdades que persisten incluso cuando los países se convierten en países de ingresos medios, con notables diferencias entre los estratos socioeconómicos, el género, el origen étnico y la ubicación.
La pandemia ha puesto en primer plano otros dos problemas que ya existían.
Uno es la innovación en la enseñanza y el aprendizaje. No se puede subestimar la creciente importancia de la conectividad: por una parte, es una oportunidad para que muchas instituciones den un salto en los métodos de enseñanza mediante innovaciones educativas apoyadas por la tecnología y, por otra, puede reforzar la cooperación virtual regional.
Sin embargo, la adopción de una tecnología y conectividad más amplias simplemente crea un entorno propicio que solo puede ser fértil si los esfuerzos de desarrollo de capacidades tienen éxito. Un segundo desafío es la internacionalización, donde la pandemia ha dado lugar a formatos virtuales de movilidad estudiantil.
Estos nuevos formatos podrían abrir el camino a una reconsideración radical de la movilidad, en la que el énfasis actual en la garantía de calidad y el reconocimiento mutuo, reflejado en varios convenios globales y regionales promovidos por la UNESCO, podría complementarse con una dimensión de equidad.
Por ejemplo, un enfoque más sostenible y racional de la movilidad puede ampliar sus beneficios más allá de las élites, y los esfuerzos regionales podrían reequilibrar la dirección de los viajes, contribuyendo a la consolidación de los espacios regionales de conocimiento e investigación, como reveló un reciente informe del Instituto Internacional de Educación Superior de la UNESCO.
La pandemia tendrá, sin duda, un impacto negativo en la ayuda internacional para el desarrollo de la educación, y el contexto resultante puede hacer que sea aún más difícil ahora, reconsiderar si la educación superior debe ser una prioridad en los debates y las estrategias resultantes – al menos, a primera vista.
Un enfoque más reflexivo consideraría cuáles podrían ser los efectos de no incorporar la educación superior a la agenda internacional de desarrollo, no sólo para la recuperación y el desarrollo económicos, sino también para la equidad en la educación superior posterior a la pandemia.
Este artículo ha sido publicado originalmente por University World News y ha sido extraído de la publicación del Día Mundial del Acceso a la Educación Superior (WAHED) “Perspectivas sobre los retos del acceso y la equidad en la educación superior en todo el mundo en el contexto de COVID”, que se presentará el 24 de septiembre a las 14:00 hasta las 15:30 (GMT). La publicación es una colección de 17 artículos extraídos del evento WAHED 24 del 17 de noviembre de 2020 y establece el escenario para el WAHED de este año, el 17 de noviembre de 2021. Para inscribirse en este evento online gratuito, haga clic aquí.
Imagen: iStock
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