El nacimiento mismo de las universidades, que ahora tenemos el reto de reinventar, se produjo en un momento de cambio, de transición milenaria que, guardando las diferencias, no deja de presentar algunas similitudes con lo que actualmente sucede. Si el conocimiento está llamado a jugar un rol central en el paradigma productivo de la sociedad del Tercer Milenio, la educación superior, por ende, jugará un papel clave para promover la capacidad de innovación y creatividad. Un adecuado equilibrio entre la formación general y la especializada será indispensable, así como el énfasis en los procesos de aprendizaje más que en los de instrucción o de enseñanza.